D. L. Moody
Moody nació en 1837 en Northfield, Massachussets. A la edad
de cuatro años vio morir a su padre. Su madre, golpeada por la pobreza, lo crió
juntamente con siete hermanos con la moral necesaria para el llamado de Dios
más tarde en su vida. Como creció en un adormecido pueblo de Massachussets,
apenas obtuvo una educación primaria. Su madre lo bautizo en la iglesia
unitaria.
En 1854, a la edad de diecisiete, Moody dejó el hogar para
ir a Boston, donde consiguió trabajo como vendedor de zapatos. Era un joven
extrovertido, confiado, trabajador, y optimista. Por medio de la influencia de
un maestro de la escuela dominical de la Iglesia Congregacional de Boston, puso
su fe en Cristo. Irónicamente, cuando postuló para ser miembro de la iglesia,
los ancianos le negaron la entrada. Sus antecedentes unitarios no lo habían
equipado con el adecuado conocimiento de la Biblia. Posteriormente, un año
después, los ancianos aceptaron su afiliación.
Chicago era una ciudad bulliciosa de 80.000 habitantes en la
frontera oeste, un dinámico centro de oportunidades de negocio. En 1856 Moody
se trasladó allá en busca de buena fama y fortuna. Él tenía diecinueve años de
edad. Decidido en convertirse rico, alcanzó de inmediato el buen éxito. A los
veintitrés años acumuló 8.000 dólares (equivalente hoy a US$ 800.000).
Estaba ganando un equivalente a medio millón de dólares por
año. Mientras estuvo en Chicago, colaboró en la escuela dominical y se hizo
miembro de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA), una organización que lo
había influido en Boston.
En 1860, Moody dejó sus ambiciones de negocios y se
convirtió en evangelista de niños de la YMCA. Aunque era extremadamente
energético, necesitaba adiestramiento en habilidades ministeriales. En sus
primeros años, "era todo menos que un experto orador "”afirma D. O.
Fuller"”. Después de un culto a media semana en el que trató de decir unas
cuantas palabras, alguien le sugirió que en silencio serviría más efectivamente
al Señor".
Moody comenzó una escuela dominical para niños pobres de los
barrios del norte de Chicago. Su biógrafo cuenta que él "realizó su tarea
con celo y determinación y casi alarmante devoción al deber"
Su obra rápidamente creció a ochocientos asistentes por
semana. Conforme los adolescentes iban creciendo y llegaban a la edad adulta,
Moody formó una iglesia para satisfacer las necesidades espirituales de ellos y
de sus padres. Este fue su principal ministerio en el decenio de 1860.
En el año 1862, Moody se casó con Emma Revell, de diecinueve
años de edad. Él era tosco, sin educación formal y si modales. Emma, sin
embargo, era culta y refinada. Bajo su influencia él rápidamente adquirió los
modales sociales requeridos, los que serían muy importantes para su posterior
ministerio. Ella se encargó de toda la correspondencia, de la economía de la
familia, y de la crianza de los tres hijos. Emma era "la firmeza moral del
buen éxito de Moody"
Después de su "bautismo en el Espíritu Santo" en
1873, manera en que él siempre lo recordaba, su ministerio dio un giro
drástico. Cuando por primera vez recibió el poder, Moody estuvo confundido.
Nunca lo había experimentado, y no sabía qué hacer. Esto es lo que dice un
testigo ocular: "Una capilla grande estaba llena para escuchar a Moody;
dejó una profunda huella. Acabo de llegar del culto nocturno, donde cada hilera
y pasadizo, cada vestíbulo, y aun las escaleras del púlpito, estuvieron
repletas de gente media hora antes de que comenzará el culto. El Espíritu Santo
obró poderosamente, pecadores de todas las clases sociales buscaron al Señor
fervorosamente, y hermanos y hermanas de la Iglesia de Inglaterra, de los
Amigos, y de cada denominación, sin invitación fueron motivados a hablar con
ellos y a orar".
La gira evangelística en Gran Bretaña terminó con cuatro
meses en Londres. Algunos han estimado que allí predicó a dos millones y medio
de personas.
"Cuando Moody y Sankey retornaron a casa después de esa
gira, que duró de 1873 a 1875, eran virtualmente héroes nacionales",
refiere George Mariden.
Llegaron invitaciones a llevar a cabo cruzadas en Brooklyn,
Philadelphia, Nueva York, y otros principales centros poblados de Norteamérica
.Por el resto de su vida, viajó extensamente (se estima que hasta un millón de
millas), y predicó sermones de avivamiento a multitudes.
Una cuidadosa preparación, la cooperación de las iglesias
locales, y avanzada publicidad, caracterizaron el ministerio de Moody. Al
respecto, él forjó el modelo de evangelismo masivo del siglo veinte que
evangelistas como Billy Graham y otros usarían.
Pero Moody hizo más que predicar. En los posteriores años de
la década de 1870, empezaron a apaciguarse sus poderes evangelísticos. Con el
deseo de preparar evangelistas a tiempo completo y obreros laicos, se dedicó a
la educación cristiana. En 1879, fundó una escuela de mujeres en Northfield,
Massachussets. Siguió una escuela de varones, en Mount Hermon, en 1881. En
1886, inició un instituto bíblico en Chicago para capacitar a ministros laicos.
Después de su muerte, se le dio el nombre de Moody Bible Institute.
Incursionó también en el negocio de publicidad. En los años
1880, contrató a su cuñado, Fleming Revell, para publicar algunos de sus
libros. El buen éxito de las obras escritas de Moody prosperó el negocio de su
cuñado. Revell Publishing llegó a ser un modelo para las compañías cristianas
en el rubro de publicidad.
A fines de 1899, mientras realizaba una campaña en la ciudad
de Kansas, Moody enfermó. Murió de una enfermedad al corazón en diciembre, a
pocas semanas del nuevo siglo. A través de todo el país, la iglesia lamentó su
muerte.
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En 1871, Sara Cooke y la señora Hawxhurst asistían a la
iglesia donde pastoreaba D. L. Moody, de 34 años de edad. A pesar de su
formalidad y sinceridad, estas mujeres estaban convencidas de que carecía de
algo importante: poder espiritual. De modo que ellas se sentaban en la primera
fila a orar.
Ellas conversaron con Moody acerca de sus convicciones y
empezaron a orar con él para que recibiera poder espiritual. Creció un gran
deseo en Moody de tener el poder de Dios. Un día, "se tiró al piso, y
entre lágrimas, gemidos y llanto, clamó a Dios ser bautizado con el Espíritu
Santo y fuego
Mientras estaba de negocios en New York, el Espíritu Santo
cayó sobre él. Así lo describió Moody: "Un día, en la ciudad de New York
—¡qué gran día!—, no lo puedo describir. Muy raras veces me refiero a esto; es
una experiencia casi demasiado sagrada para nombrarla. Pablo tuvo una
experiencia de la que no pudo hablar por catorce años. Yo sólo puedo decir que
Dios mismo me fue revelado, y tuve tan gran experiencia de su amor que hube que
pedirle que detuviera su mano."
Moody estaba seguro
de que si Dios no levantaba su mano, él moriría.
Después de algunos meses, en 1873, planeó un viaje de
predicación a las Islas Británicas. Lo acompañó su reciente amigo y director de
música, Ira Sankey. Moody comenzó a predicar; y algo había cambiado. "Los
sermones no eran distintos "“señaló—. No presentaba ninguna nueva verdad;
no obstante, cientos se convertían. No quisiera volver a lo que era antes de
esa bendita experiencia [en New York], aunque me ofrecieran todo el mundo;
sería como polvo en comparación".
Así empezó la etapa ministerial de D. L. Moody en que estuvo
fortalecido con poder espiritual. Antes de su viaje a Inglaterra, él era poco
conocido. Desde Inglaterra se esparcieron rápidamente las noticias del poder
sobrenatural que acompañaba su ministerio. Cuando retornó a los Estados Unidos,
era una celebridad internacional.
Tan grande era el poder que tenía en su ministerio que
algunos lo llamaron un "tercer Gran Despertamiento". Los siguientes
veinticinco años recorrió el mundo de habla inglesa. Predicó a aproximadamente
cien millones de personas, inicio escuelas, fundó universidades, y dejó su
huella en el evangelismo del siglo diecinueve. Tuvo una vida admirable. "Sin
educación superior, fundó tres escuelas. Sin formación teológica, reformó la
cristiandad victoriana. Sin radio ni televisión, alcanzó a cien millones de
personas".
LOS TIEMPOS
"La historia del mundo "”escribió Thomas
Carlyle"”, es sólo la biografía de grandes hombres"
En este sentido, la historia cristiana del siglo diecinueve
no se puede entender sin mirar de cerca a D. L. Moody; y no podemos apreciarlo
sin un entendimiento de los tiempo en los que le tocó vivir.
Moody nació en un mundo agrícola que había cambiado poco en
mil años. Por contraste, vivió durante un período de turbulentos cambios.
Creció la población de las ciudades en la medida que la agricultura rápidamente
iba en declive. Al morir en 1899, los Estados Unidos ya se había convertido en
una nación industrializada. Su generación fue testigo del primer uso del
telégrafo, del tren, de los barcos a vapor, y del descubrimiento de los
gérmenes y las bacterias.
Fue también una época de cambio teológico. El arminianismo
metodista conquistó el calvinismo "ortodoxo" de los padres de la
Nueva Inglaterra de Estados Unidos. Las décadas posteriores en la vida de Moody
vieron la llegada del premilenarismo, la creciente popularidad de las teorías
de Keswick de una vida de santificación, el renovado interés en el Espíritu
Santo, y el comienzo del Movimiento de Santidad.
La personalidad de Moody encajó en ese mundo de turbulentos
cambios. De alguna manera él fue un vívido ejemplo de la despreocupada América
capitalista del siglo diecinueve. Próspero en los negocios, "Moody fue una
figura de Horacio Alger "”señala George Marsden"”. El muchacho que
nació en modestas circunstancias, que a través de su iniciativa e imaginación,
tuvo fama y buen éxito. En ese sentido, fue un hombre de su era".
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LA PARTICULARIDAD DE
MOODY
Comparado con otros evangelistas, Moody ha sido único. Con
solo el equivalente a una educación primaria, predicó a millones. Su falta de
educación, sin embargo; no lo detuvo. La mayor parte de su vida luchó por
deletrear correctamente, usar la debida puntuación, y hablar con propiedad.
Dice un viejo dicho: "No hay grandes hombres que no
sean grandes lectores". Moody puede haber sido una excepción. La acción,
no leer teología ni pasar tiempo en contemplaciones, fue lo que caracterizó su
vida. A la edad de 62, unas semanas antes de su muerte, todavía estuvo
predicando hasta seis veces al día. Aunque leyó diligentemente la Biblia, leyó
muy poca teología o historia de la Iglesia, pero sí los escritos de su amigo,
C. H. Spurgeon. El pragmatismo, no la vida de la mente, constituyó su interés.
En segundo lugar, nunca fue ordenado. Fue un consumado
hombre de negocios y evangelista. Todos sus grandes predecesores
"”Whitefield, Edwars, y Finney"” eran ministros ordenados; pero Moody
rompió el molde. Técnicamente, era un predicador laico, e insistió en que la
gente lo llamara "Señor Moody".
En tercer lugar, fue el primer evangelista de masas.
Anterior a Whitefield en el siglo dieciocho, los pastores locales evangelizaban
a sus congregaciones. No había evangelistas itinerantes. Los ministerios de
Ashel Nettleton (1783-1844) y Charles Finney (1792-1875) siguieron los pasos de
Whitefield, pero ninguno condujo cruzadas masivas como Moody.
Moody realizó sus cruzadas con eficiente destreza
organizativa propia del hombre de negocios que era. Cuando lo invitaban a una
ciudad, requería unidad entre los líderes protestantes, un ya establecido apoyo
financiero, visitación casa por casa en la ciudad, y a veces exigía la
implementación de un edificio adecuado antes de que aceptara la invitación. Su
equipo de colaboradores organizaba todo con anticipación. Nada se dejaba al
aire. En sus últimos años, no se percibía mucho la espontaneidad del Espíritu Santo.
Finalmente, cuando la mayoría de los evangelistas del siglo
diecinueve pertenecían a una denominación, Moody nunca estuvo ligado a ninguna.
No estuvo en contra de ello. Por el contrario, se valió de su estado neutral
para tender puentes entre él y las organizaciones cristianas separadas entre
sí. Su ministerio promocionaba el ecumenismo entre aquellos a quienes servía.
SU LEGADO
Así como muchos grandes hombres, Moody ha conmovido
profundamente a la Iglesia.
Primero, su vida cambió la percepción que tiene el público
de un evangelista. Su ejemplo promovió la separación de la teología y el
evangelismo en la mente del público. Él dijo que "aunque lo que uno cree
es importante, en quién se cree es de suma importancia"
.12 Dichas afirmaciones dan la impresión de que la teología
y la experiencia en Cristo se pueden separar o que son dos distintos asuntos.
Su vida y ministerio fomentaron la idea de que el pensamiento crítico no es
importante para la obra de evangelismo.
Como muchos hombres, Moody sí tuvo una teología, pero la
mantuvo simple. La resumió en tres puntos: arruinado por el pecado, redimido
por la sangre, y regenerado por el Espíritu Santo.
Moody también propagó las escuelas bíblicas. En contraste
con los seminarios, las escuelas bíblicas atenúan el énfasis en la historia de
la Iglesia, el estudio formal de teología, y el estudio de las lenguas bíblicas
originales. El resultado es un énfasis en el concepto de "yo y mi
Biblia".
El ministerio de Moody también introdujo un nuevo
sentimentalismo en la obra evangélica. Él a menudo predicaba en busca de una
respuesta emocional. Su mensaje era sencillo, sincero, y directo. Su prédica se
caracterizaba por realismo; era una simple exhortación matizada con anécdotas
personales. Su estilo estuvo en directo contraste con el viejo evangelismo que
apelaba a la razón humana. No obstante, el Espíritu Santo convertía a miles a
través del ministerio de este siervo de Dios.
El ministerio de Moody contribuyó muchísimo en la iglesia y
la sociedad. Él fomentó y motivó el compromiso del laicado en el evangelismo,
la unidad de la iglesia, y el ministerio interdenominacional.
Moody fue un predicador de término medio que obtuvo buen
resultado por encima del promedio porque el poder de Dios lo acompañó. A
consecuencia de ello mucha gente confió en Cristo, no en D. L. Moody. Su
ministerio constantemente recordó a los hombres de la necesidad del poder del
Espíritu Santo.
Como la mayoría de obreros cristianos, el ministerio de
Moody impactó la iglesia en muchas maneras no vistas antes. Moody influyó
profundamente en F. B. Meyer. Meyer, con nuevo fervor evangelístico, influyó en
J. Wilbur Chapman. Chapman ayudó al ministerio de Billy Sunday, quien a la vez
tuvo un profundo impacto en Modacai Ham. Ham, en una campaña evangelística en Carolina
del Norte, guió a Billy Graham a Cristo. Dios se mueve de manera misteriosa, y
el ministerio de D. L. Moody constantemente nos recuerda esta verdad.
Verdaderamente, la historia es la historia de la obra de
Cristo.
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